24 January 2013

Tradición Postal



He tenido la enorme suerte de viajar y conocer varios países y destinos, han sido experiencias maravillosas, de mucho aprendizaje y que sin duda hacen su aporte a mi persona y forma de pensar. Lamentablemente, muchas de esas aventuras las he realizado solo, pero precisamente esa condición me ha servido también para recordar a todas aquellas personas que llevo dentro de mi corazón y mi mente, siempre y en especial cuando viajo. 

Por eso, en la mayoría de los casos, que experimento una escena memorable en algún viaje, alguien está conmigo en mi mente y/o corazón. Figurarse ver esos paisajes únicos, clásicos, campestres, espléndidos; o esos monumentos, históricos, naturales, imponentes; o sus calles, cotidianas, emblemáticas, pintorescas, estresadas o despejadas;  o sus lugares especiales, de reunión, comercio, intercambio, culturales; o su gente, citadina, pueblerina, hospitalaria, auténtica, tradicional, identitaria; o probar sus comidas, de calle, típica, de sabores exóticos, productos autóctonos, gourmet, casera; u oír su música, nacional, folklórica, de calle y bares, de variaciones y creaciones de jazz; y su habla, sus regionalismos, modismos, acentos, discursos, sentir su historia, acercarse a su forma de pensar y ver la vida, escuchar sus presentes e intentar imaginar sus futuros. Figurarse vivir cualquier de esos momentos o escenas, me recuerda la gente maravillosa que tengo en mi vida.


Y desde hace unos años decidí no sólo contarles sobre lo vivido a mi regreso, sino, inmediatamente compartirles algo de eso. Y decidí una manera que mantenga el hilo de la aventura y conspiración del destino: el correo postal.

Cada postal que envío lleva mis pensamientos y deseos para la persona destinataria en el momento, pero además ha de enfrentarse a las deficiencias y bondades de los sistemas de correo postal del país en que estoy y del país de destino. En su travesía por los sistemas burocráticos, cajas, empaques, automóviles, trenes, aviones y barcos, de mano en mano y de un buzón de correo a la puerta de la persona destinataria… no todas las postales llegan, de las que llegan, la mayoría lo hace con retraso… pero que satisfacción saber que una postal lo logró, sobrevivió y cumplió su cometido.
En mis viajes, llevo conmigo una lista de direcciones, que espero continúe ampliándose y deseo seguir conservando en esta dinámica, que ya es tradición para mí.

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