Nos hablaban de lo maravilloso que es un país
que produce agua potable del sereno de la noche…y dos curiosas cabezas se
acercaron a cuestionar si se puede construir una nación sobre la humanidad de
otra, la atracción de ideas inició todo, pero fue quizás la brisa del Sahara
que facilitó la aparición de caricias de afecto y hasta los primeros besos
llegó a provocar el calor del Cairo.
Una incontable cantidad de personas han
aportado a la existencia de esta relación, siempre desde lo más central del
espíritu humano; fue así como, por ejemplo, un vuelo cancelado se convirtió en
una placentera caminata por una playa mediterránea; una habitación de hotel
compartida permitió sellar el inicio de esta relación; las vacaciones
institucionales se volvieron turismo de romance; y una dudosa oferta laboral
devino en el argumento final para iniciar una vida en pareja en una sola
tierra.
Los momentos sin papas fritas fueron muchos y
muy buenos; y acurrucarse con el sonido de la lluvia era nuestra mejor armonía.
Pasó que, en algún momento la lluvia seguía cayendo, pero su placentero ruido
dejó de escucharse en nuestro techo. Lo natural es lo único que puede ser real,
por más agua que hice caer, nunca volvió a ser lluvia lo que sonó al amanecer.
Con el dolor que produce la soledad de la
previsión, te acompañé pausadamente en el descubrir lo que te parecía causa y
en verdad era consecuencia, de un distanciamiento de pocos argumentos, pero
graves silencios.
Intentamos hacer llover, sin dudas, sonaba el
agua en el tejado, pero no acurrucaba, fue siempre agua y nunca llegó a ser
lluvia, ni bajo la luz de la luna a orillas de una playa samanense.
Quizás lo más difícil es saber que siempre ha
habido cariño y amor, hoy no para hacer llover, pero sí para salvar una
placentera y sólida rutina, cuyo atractivo no llega a enmarcar la justificante
de toda una vida, por tanto, puede salvarte, si quieres, pero “entonces, no te
quedes conmigo”.
Mucho hemos construido, y por todo lo que somos
y tenemos, mucho más seguiremos construyendo, sin dudas. Nos toca aprender de
decisiones que se toman con todo y amor, pero, sobre todo, por amor.