26 October 2009

HAITÍ: CRISIS, HAMBRE, E INFLACIÓN

Este es un escrito de mi primo Miguel "El Ney" Román, quien expresó ideas con las que concuerdo, me gustó mucho el articulo y fue parte de la motivación decidirme a escribir la carta al Arzobispo.

Aqui el texto:

HAITÍ: CRISIS, HAMBRE, E INFLACIÓN

POR MIGUEL ROMÁN

Pero me dirán, ¿Qué tiene una cosa que ver con la otra? Bueno, en estos tiempos de apertura y globalización, yo diría que todo y mucho más. La República Dominicana ha vivido de espaldas a Haití y pretende seguir así para siempre. Craso error. Si tuviéramos un poco de sentido común entenderíamos que los problemas que afectan a nuestro vecino nos afectan a nosotros por igual, o peor. Y digo peor porque, debido a que nuestro país está más desarrollado que nuestro vecino, tenemos mucho más que perder, empezando por la salud; que aunque no es la gran cosa, mucho ha costado llevarla a donde está.

El tema de Haití me viene a la mente mientras leo en los periódicos las penurias que sufre dicho país como consecuencia de los altos precios de los alimentos y los combustibles, más el castigo continuo de la naturaleza, especialmente en forma de cada vez más frecuentes y devastadoras tormentas. Una oleada de enfermedades, violencia, saqueos, y tiroteos ha matizado este desbordamiento de la ira popular. Claro, el fenómeno del hambre en Haití no es nuevo. El hambre ha sido parte de la vida de los atestados barrios miserables que rodean la capital haitiana. Pero el incremento a nivel mundial de las materias primas y de la energía ha traído una oleada inflacionaria que empeora aun más las ya de por sí precarias condiciones de supervivencia de la gran mayoría de la población haitiana. También leo que Brasil (como parte de una misión internacional de la ONU) está enviando alimentos a dicho país. Y gracias a Dios que es así, pues quién sabe a dónde estaríamos ahora si la comunidad internacional hubiese continuado ignorando la crisis en medio del Caribe.

Lamentablemente, en la República Dominicana carecemos de planes para enfrentar éste problema. Me dirán los cínicos que “eso es problema de ellos”. Claro, de la misma manera que la migración haitiana a nuestro país, así como “sus” problemas del medio ambiente, son también “problemas de ellos”. No existe ninguna iniciativa gubernamental o privada o de alguna ONG mínimamente racional para, en conjunto con agencias internacionales, coordinar políticas que beneficien a ambos países. ¿O es que creemos que una explosión en Puerto príncipe no se escuchará clarito en Santo Domingo?

Ahora que estamos en campaña (¿y cuándo no es así?), sería bueno escuchar algunas propuestas en relación a la crisis haitiana. No escucho de un (1) plan para desarrollar (mínimamente) a la región fronteriza (término de doble significado, puesto que mientras que las demás regiones del país son referidas por su orientación cardinal, “la frontera” implica una especie de zona ajena, tierra de nadie, un lugar distante geográfica y emocionalmente del resto del país, lo que en parte ha dado como resultado su centenario abandono por gobierno tras gobierno, pero ese es tema de otro artículo) de nuestro país, y la cual bordea la región “fronteriza” de Haití.

Si no implementamos políticas de inversión (no de gasto) social, saneamiento ambiental, regeneración y recuperación de zonas boscosas y de cuencas hidrográficas, entre otras, no solamente abandonamos a su suerte a los dominicanos que viven en ellas, sino también que, efectivamente, motivamos a sus pobladores (junto a los haitianos) a que se muden a las zonas de desarrollo económico del país, específicamente a los grandes centros urbanos.

¿Qué esperamos para brindarle la mano a nuestro vecino, que éste se haya muerto? Repito, aunque los haitianófobos y “negreros” del patio no lo crean, los problemas de Haití nos afectan muy seriamente. Si no tomamos carta en los asuntos de Haití, estos terminarán no sólo en las calles y en las avenidas de nuestras ciudades, sino también en nuestras mesas. ¿O es que ignoramos que, fruto de los palos a ciegas en materia agrícola que se han dado en los últimos 40 años, el 45% de nuestra comida es importada?


25 October 2009

Estimado Arzobispo. Ojo con lo de Haiti.


Una de mis profesoras de la Universidad, que considero también amiga y mentora, me mandó la invitación para escribir al encargado directo del sacerdote Hartley para ayudar a que tome una decisión argumentada sobre el asunto.

Esta es la carta que le dirigí:


D. Braulio Rodríguez Plaza

Arzobispo de Toledo y Primado de España

Estimado Arzobispo:

Le escribo motivado por la noticia de la comunicación enviada por el canciller Dominicano, el Sr. Troncoso a través del Embajador Dominicano en España, el Sr. Medina en donde se manifestaba un mensaje viciado y erróneo y por demás quería representar el sentir de la población Dominicana.

Soy un joven Dominicano Trabajador Social de profesión, católico de nacimiento y decidido creyente en el Cristianismo como espiritualidad de vida. He trabajado en los sectores menos desarrollados y más necesitados de la población Dominicana y he conocido las condiciones y circunstancias de vida de la población Haitiana en Dominicana. Actualmente me encuentro en Noruega terminando mis estudios de nivel de Maestría y no veo la hora de volver a mi país para seguir trabajando por el desarrollo de las comunidades más afectadas por la pobreza. La situación de la población Haitiana dentro de Haití y en Dominicana es todo un capítulo aparte que necesita de todos nuestros esfuerzos como profesionales, como humanos, como creyentes, como cristianos, como pastores y como personas en capacidad de tomar decisiones para el bien colectivo.

No he tenido la suerte de conocer al Sr. Hartley en persona, pero su trabajo, sus obras, sus esfuerzos, su pastoral y sus resultados los conozco muy bien. Para todo el o la que se acerca a trabajar por cambios y soluciones a la situación de la población Haitiana en los bateyes del Este de Dominicana, le es inevitable conocer la gran labor impulsada y lidereada por el Sr. Hartley. Detrás de su enorme labor social y humana sobresale el sencillo y radical ejemplo de Cristiano, ese ejemplo que lo impulsa a seguir adelante e impulsa a la vez toda la Obra de la que él sirve de instrumento. Es prácticamente imposible pensar que quien tenga al menos una ápice de juicio humano y cristiano pueda no entender las obras hechas por el Sr. Hartley, sólo en ausencia de un corazón y entendimiento Cristiano se puede hablar en contra del trabajo de un incansable hijo de Dios.

Lo diferente del trabajo del Sr. Hartley ha sido su enfoque sobre acciones concretas y apoyo constante e incondicional a la población en necesidad, sus protestas y manifestaciones, aunque bien fundadas, justificadas y justas, no son nuevas. Decenas de organizaciones nacionales e internacionales han elevado la voz previamente a el Sr. Hartley. Por estas razones se podría asumir que el reclamo elevado por el señor Canciller a través del señor Embajador padece de falsedad. La motivación es la clara defensa de intereses empresariales, pues el señor canciller está legal e íntimamente ligado a la principal empresa que se beneficia de la explotación abusiva de la mano de obra Haitiana. Existe una excelente documental que le recomiendo ver “El precio del azúcar”, donde se ofrece visión fundamentada de la realidad de la situación. Situación que históricamente no ha recibido apoyo y voluntad política para ser enfrentada, resultando en 2 países en la misma isla, que deberíamos tener acciones comunes y políticas de desarrollo, pero por la ausencia de cualquier tipo de cooperación entre las naciones parecen dos islas diferentes.

Mientras por momentos la Iglesia Católica en Dominicana padece de falta de acción y mucha palabrería, ejemplos concretos de verdadero Cristianismo, como las acciones evangélicas del sacerdote Hartley deben no solo hacerse permanecer visibles, sino hacerse prevalecer delante a las calumnias e intencionadas iniciativas de perjurio contra la manifestación de un Cristianismo aplicado y verdadero.

Agradecería que tomara en cuenta mi opinión, que está mucho más cercana al pensar de la población Dominicana y la considere para tomar las decisiones de lugar a favor de la población católica tanto Haitiana como Dominicana en mi país.

Unidos en Dios, que nunca falla,

Felipe Enmanuel Díaz Soto