28 June 2009

Impresionismo en el Caribe

Al publicar la entrada anterior hice mención de mi viaje a Cuba, asi que sentí de rescatar lo que aquella vez escribí sobre la hermana nación y aquí está:

Escrito en Agosto del 2007.

En la galería de arte que está a un lado del céntrico parque Céspedes de la heroica ciudad de Santiago de Cuba, un estudiante de la Universidad de Oriente, nos dio una especial introducción a la observación y entendimiento de pinturas, verdaderas obras de arte, él nos demostró profundos conocimientos sobre los diferentes aspectos del arte.

Imagino que sus profesores, familiares y la Revolución estarían muy orgullosos de oír la fluidez con al que se cambiaba de un tema a otro, de un aspecto histórico-artístico a otro, mostrando una alta calidad de aprendizaje dada por todo el sistema educativo del Estado. Según parece y por como cuentan las personas con las que hablamos es quizás la mayor virtud del sistema cubano actual y uno de los frutos que la Revolución ha sabido potenciar.


Decidimos no ser simples turistas y caminar lo más posible, aprovechar que el Caribe nos hace bastante símiles en cuanto a aspectos físicos, consideramos aprender a usar el “cantaito” y las frases típicas, intentamos pasar por cubanos, nos metimos en la ilegalidad a la que todo cubano se ve obligado a entrar para sobrevivir.

Ciertamente la técnica solo nos sirvió para introducirnos en las conversaciones con las personas y quizás sacar buenos precios a la hora de comprar, pues no quisimos arriesgarnos a ofender la inteligencia de los nativos, sobretodo a sabiendas que son bastante “vivos”. Pero igual, nos pudimos acercar a todo el que se nos cruzó por el frente, en calidad de falsos cubanos (guantanameros o de baracoa) o en calidad de turistas dominicanos muy interesados en la realidad de cuba (la pura verdad). Hablamos con mucha gente, mujeres, hombres, empleados, gente que se la busca, gente más mayor, gente totalmente en contra del régimen y gente bastante revolucionaria. Intentamos entender cómo piensan, en cuanto a lo social, lo político y lo económico, usamos la típica pregunta que tanto usan coloquialmente los cubanos “¿qué tu crees de la vida?” y recibimos impresiones varias.


En general el cubano entra en una constante negociación y cabildeo por la vida desde que nace, tanto por que los padres tienen que hacer de todo para conseguir todo lo que necesita un recién nacido, como el peculiar hecho que desde que va siendo menos recién-nacido, las necesidades del infante dejan de ser prioritarias, pues “¿para qué necesita un nene de más de un año la leche? Es más útil, para el niño y la familia vender esa leche, que por suerte la revolución nos da hasta los 7 años del niño”. Por que no solo de leche vive el nene, y si los padres se mueren de hambre de poco le serviría la leche al nene, ¿verdad?

Así nos fuimos acercando a conocer los diferentes sistemas de sobrevivencia que usa la población cubana, lo que se conoce como actividades productivas, o sea, los modos de ganarse la vida. El re-juego entre lo poco que da el Estado, “que por suerte nos lo da” y lo que se puede conseguir en bajo el velo de vista gorda a la que se hacen las autoridades. Como todos los empleos tienen un solo empleador: el Estado, todo lo que se mueva en la calle, callejones, techos, casas, vehículos, paradas de “guaguas” y cualquier esquina de los parques, de alguna manera viene o está ligado al gobierno. Pues el salario promedio de uno de estos empleados es de apenas 300 pesos cubanos, [Esto es equivalente a unos US $11.00 ó unos RD $350.00 aproximadamente (al 6-8-07)]. Lo cual realmente no es suficiente para más de una semana de vida y se pretende que esto sea salario mensual. Así quien transporta carne del gobierno, busca la manera de desaparecer un poco para poder venderla, y parecen ser un buen número los que incurren en esta práctica, pues en los mercados de Santiago y Guantánamo se puede preguntar sigilosamente por carne y siempre hay. Igual pasa con la leche, los materiales de construcción, utensilios del hogar, repuestos de carros y prácticamente todo.


Este sistema de compras ilegales parece tener entre sus pilares de sustento la mencionada vista gorda de las autoridades y la llamada “fe en el extranjero”, es bien sabido que la Revolución ha etiquetado como gusanos a los desertores del sistema, sobretodo a los llegados a Estados Unidos, quienes forman la Nueva Habana en el Estado de la Florida que cada vez es más cubano; estas personas (incluidas las que están en otros países como Dominicana, España y otros) que son cubanas hasta después de muertas, constituyen quizás el brazo más fuerte de sustentación económica de una considerable parte de la población en Cuba.

Con sus constantes remesas proporcionan la liquides necesaria para que pueda circular un mayor número de productos ilegales en las calles cubanas, y de paso, puedan gestionarse como mantenerse vivos. De hecho es interesante como las ciudades tienen tiendas, que una vez fueron exclusivas para turistas, ahora abiertas a todo público, aunque con una casi exagerada seguridad y una marcada discriminación al nativo cubano, pero en sí, el mayor consumidor en las mismas es ese cautivo ciudadano que gasta un dinero idiopático para el Estado.

Nuestras conversaciones se inclinaban entonces, hacia el por qué de la ilegalidad, por qué un Estado que asumió el rol de proveer todo lo que la población necesite, no se muestra desesperado por cubrir plenamente al menos las necesidades básicas. A cierto momento, después de entender por qué los moto-taxis nos cobraran antes de llegar a los sitios convenidos y otras veces nos dejaban antes de llegar a estos sitios: para protegerse de los policías que les multaban por ejercer el honroso trabajo de cobrar dando pasajes, de hecho, cuando te agarran montado, la solidaridad dicta hacer el papel de familiar o buen amigo del conductor y expresar que estas montado por cortesía, como un favor, nunca cobrando.

Estos moto-taxis, los bici-taxis (que sí son legales), los booteros (jeeps) y las llamadas guaguas, son las opciones de transporte en las ciudades cubanas. En el contexto dominicano cuando se dice: “vino un camión de gente” se refiere a que llegó mucha gente, pero esto extrapolado al contexto cubano es simplemente que llegó una guagua del transporte público, pues además de que el vehículo más moderno que pudimos ver en manos de un nacional cubano era tan moderno como podía ser la tecnología en el año 1974, a pesar de que los Rent-cars para turístas tienen actualizados carros del 2006 y lujosos modelos como el Audi A4, para el grueso de la población cubana, el pueblo, el medio más usado de transporte son camiones de millones de años de antigüedad adaptados con techo de lona, una o dos hileras de sillones corridos a los bordes y escaleras improvisadas, a las que hay que esperar a tiempo indefinido que generalmente no es menos de 30 minutos, para luego contar con la suerte (dependiendo del día y la hora) de encontrar un rincón entre la escalera y los sillones para montarse.

Exclamaba un transportista interurbano, llamado “bootero, de pasajes o de pisi-corre” que si el gobierno no va a suministrar transporte para la población, lo menos que puede hacer es permitirles a ellos (que tienen los automóviles adaptados para ello y la disposición) dar transporte…. Que nos den el permiso” [Se necesita una patente especial para poder ofrecer servicios de transporte, la cual hace tiempo no se ofrece a nadie, sin embargo es sabida y declarada la crisis en todos los medios de transporte oficiales.] Quizás sea cierto lo que varias personas nos llegaron a decir: “la economía cubana, ni los mismos cubanos entienden como funciona”

Lo cierto es que esta gente comprende y se enorgullece de las virtudes de Cuba, de los logros en educación, conocimientos médicos, de los beneficios logrados por la Revolución (como la reciente Revolución energética), de las ventajas ante el sistema que existía previo a la misma Revolución; y comprende también que quizás Revolución no lo es todo. Entre todas las líneas que oímos, anotamos, recordamos y volvemos a leer y revivir solo se lee la necesidad de libertad, libertad para ser, para hacer. Esta gente que está cargada de un profundo amor por su tierra, por su cultura, por lo que son, por lo que tienen, parecen querer poder abrazar físicamente el deseo de lo que quisieran ser. “libertad para poder buscar el dinero de sobrevivir legalmente” nos decía la única persona que no puso entre líneas su deseo, sino que lo sacó a flote.

Y se nos revienta la bombilla teórica-académica-conceptual al recordar y volver a ver la manera en que los textos de la Revolución (que están por todas las calles cubanas) hablan de la libertad y aspectos relacionados…. [insert Picture] Realmente fuimos con una idea de lo que es la Revolución, al menos la idea que se puede formar por lo que llega a través de libros, escritos y gente, la idea de cómo se presenta el sistema cubano: como la alternativa-solución, como “esperanza ante el desgarrador sistema capitalista, que explota y deshumaniza la sociedad”, al vivir la realidad desde las calles cubanas, se nos fueron cayendo “los palitos”, el escenario que nos habían pintado desde fuera sobre la Revolución, empezó a cambiar de color, forma y textura y a convertirse en cruda realidad. Donde la más justa manera de juzgar parece ser el balance de ventajas y desventajas, de virtudes y perjuicios, qué ofrece la Revolución a favor de la población y qué no ofrece.


Puede pensarse que el sistema imperante refleja una versión alternativa de la teoría de Adam Smith, donde la diferencia es que en nuestras sociedades “la mano” es “invisible” y nos controla como a control remoto, dominando nuestras acciones, deseos y formas de pensar; y por lo vivido en Cuba, vemos como “la mano” (la misma mano), también puede ser visible, y provocar exactamente los mismos resultados.
He de pensarse entonces, que nuestras sociedades no son tan distintas, al menos en ese sentido. La dificultad está tal vez en elegir: si queremos ser manipulados y aparentar que no nos damos cuenta; o saber que somos manipulados y ser parte del circo (aunque obviamente, sin el pan).

Es una situación que no atañe solo a cubanos, pues en la galimatías de temas políticos, sociales, interculturales, internacionales, de influencias políticas y empresariales, en claro detrimento de las supuestas democracias a las que están asidas nuestras naciones, las interacciones con Cuba, están totalmente especializadas, desde el sistema de telecomunicaciones, que aísla la isla, como si fuese una región aparte; el sistema monetario, con sus pesos convertibles, para el cambio de monedas extranjeras; el sistema de migración, que intencionalmente no sella ni la entrada, ni la salida, como clara medida de no perjudicar a los visitantes que osan entrar a territorio Cubano; como el manejo de la prensa (en el extranjero) ante los hechos y actividades que ocurren en Cuba, como lo es la modesta pronunciación en la prensa nacional Dominicana del Festival Internacional del Caribe 2007, dedicado a República Dominicana [Festival de prestigio internacional tanto académico, como cultural, dedicado enteramente a la nación Dominicana, con la participación directa de más de 300 dominicanos, entre artistas, intelectuales y amantes de la cultura. Apenas se vieron 3 o 4 líneas en un párrafo de periódico. Y una breve y superficial descripción en noticieros de televisión], que fue la excusa que nos llevó hasta esas tierras.

Y bien, lo que nos llevamos de Cuba es una observación de un cuadro impresionista, y como aprendimos a observar y criticar, desde lejos se ve una imagen, que luego desde cerca puede cambiar, totalmente.
Me voy a atrever a decir que en Cuba (y quizás en nuestras sociedades, sobretodo latinoamericanas) la Revolución debe no se… suceder, o volver a suceder… y sí, hay “que cambiar todo lo que debe ser cambiado”, sí, hay que luchar por una real igualdad, por una verdadera justicia, social y económica, ir contra el poder y las jerarquizaciones, no ir pa´lante, si pa´lante no es la dirección que el pueblo quiere o lo que más conviene. No olvidar que “Revolución es el sentir del momento histórico”, no olvidar que momento es algo transitorio y no un status estático y mucho menos de 48 años. Reconocer todo lo bueno que tienen nuestras sociedades y salvaguardarlo para no perderlo jamás, pero también reconocer públicamente todo lo malo y heroicamente levantarnos a reformarlo. Aprender de la historia, no para que nos absuelva, sino para no repetir los mismos errores. No olvidar que los extremos son siempre malos, que los cambios requieren grandes esfuerzos y sacrificios y que nuestro mundo actual, globalizado o mundializado, nos brinda cientos de medios para lograr necesarios objetivos, como el que nuestras sociedades necesitan.
Que el Caribe no sea solo las aguas que nos unen, sino también el espíritu que nos une.