20 April 2010

De regreso en casa

Llegué hace unos cuantos días, a mi Quisqueya la bella, lo esperado llegó: muchas sonrisas, abrazos, besos, brindis, comidas, bebidas, fiestas, rumbas, playas, viajes internos, mi gente, mi familia, mis amistades, el calorcito, las calles y sus hoyos, lugares, situaciones que solo aquí suceden, las conversaciones, preguntas, diálogos y monólogos, por más que les corrí, también llegaron las comparaciones culturales, geográficas y sociales, y finalmente, más conversaciones, preguntas, planes y expectativas.

Todo el primer mes fue algo más desorbitado de lo esperado, quizás mejor así, gracias a la presencia de un amigo sueco que vacacionaba conmigo mientras yo intentaba re-adaptarme. La pasamos de película, muchas fotos ya están en facebook, mi recuento de esa experiencia vendrá después.

Si bien me preocupaban los comentarios de colegas, ex-graduados de maestrías también, que la situación laboral en la república no estaba muy bien, ya tenía mi decisión de regresar, vivir en carne propia la situación, confiar que el país también contrata gente por su formación y sobretodo no rendirme antes de batallar y por supuesto batallar hasta el final. La idea original era tomar los primeros días (no más del primer mes) entre tomando fuerzas y re-estructurando mi vida y volviendo a retomar mi contexto antes de lanzarme de lleno a la búsqueda de empleo, pero la historia no se escribió así, pues a los 10 días de haber llegado ya estaba empleado.

Un empleo de ensueño, en un área que me apasiona, con funciones, proyectos y expectativas que motivan, en un ambiente laboral idóneo y encima de todo con horario y salario cómodo. No se puede pedir más. Estoy sumamente contento por ello. Para quien le interese trabajo como Analista de Políticas Públicas de Empleo a nivel Nacional y Regional para el Observatorio de Mercado Laboral del Ministerio de Trabajo.

El proceso de empoderamiento de mi contexto, rápido para algunas cosas y lento para otras ha hecho que tenga todavía personas en mi lista que no he visitado, que no he visto, con las que no he hablado o a las que quiero dedicar más tiempo. Me ha causado retrasos en la revisión de correos y en entender a plenitud todo lo que me sucede en estos días, algún que otro pequeño disgusto por no haber sacado tiempo para alguien, pero lo bueno es que las sonrisas aquí son infinitas, los abrazos largos, con pausas, pero interminables y los brindis, comidas, bebidas y salidas continuas, replicables, renovables y extensas, como las conversaciones y los buenos ratos.