Siguiendo en el plano de rescatar mis escritos, aqui mi (hasta ahora) único intento de poesía (aunque creo que ni rima).
La casa de mi abuela. Es un escrito motivado por la situación física de la casa, pero emocional-sentimental que percibí (o) de toda la familia y sobretodo de mi abuela.
La casa de mi Abuela
Mirando entre lo que queda de un vidrio azul,
que una vez fue ventana,
se reconoce un recinto, donde se vivió vida,
pasillos sucios de sacrificios vanos,
oscuros, sin posibilidad de ver los gratos recuerdos de un pasado placentero,
mórbidas habitaciones, calentadas con insistente humedad,
puertas de accionares viejos y roídas,
que hace tiempo no se abren, no se cierran, ni se viran,
techos amarillentos, quebrantados de penas,
atravesados desde el cielo por grandes gotas de ignorante agua,
ventanas de cristal corredizas, que ya no corren, ni cristalizan imágenes,
ni alegres momentos presentes, tan esporádicos como una sala no sucia,
y ni hablar de la cocina.
Un remendado comedor de vieja madera, buena, pero desteñida,
adorna el centro de la una vez llamada…casa.
Como quisiera que entren aires de bienestar
por unas ventanas nuevas para la casa de mi abuela,
que tenga las paredes completas pintadas de alegría familiar,
un nuevo techo de satisfacción como bisabuela, abuela y madre,
muebles de esfuerzo de muchos años recompensados,
cocina con comida de pasión por la vida recién horneada,
acogedoras y frescas habitaciones con espacio en la cama para todos los suyos.
Retocar las paredes con pintura de aguado interés,
remendar los escombros con falsos techos,
o hasta limpiar y ordenar con las más sinceras intenciones,
y obviar la evidente realidad, son intentos altruistamente vanos.
Si recordar es vivir de nuevo,
alcemos las memorias de los bellos momentos,
saliendo de este estancamiento de borrosos recuerdos.
Quien una vez habló fuerte en esta casa
y supo siempre ver hacia el futuro,
vivirá la alegría que sus últimos días le privaron
al ver a todos los suyos, juntos en su Casa,
en el futuro que soñó.
Y así nosotros flores y arbustos de este jardín,
tendremos para nuestro deleite,
una verdadera casa,
y no un asilo de imposibles esperanzas.
se reconoce un recinto, donde se vivió vida,
pasillos sucios de sacrificios vanos,
oscuros, sin posibilidad de ver los gratos recuerdos de un pasado placentero,
mórbidas habitaciones, calentadas con insistente humedad,
puertas de accionares viejos y roídas,
que hace tiempo no se abren, no se cierran, ni se viran,
techos amarillentos, quebrantados de penas,
atravesados desde el cielo por grandes gotas de ignorante agua,
ventanas de cristal corredizas, que ya no corren, ni cristalizan imágenes,
ni alegres momentos presentes, tan esporádicos como una sala no sucia,
y ni hablar de la cocina.
Un remendado comedor de vieja madera, buena, pero desteñida,
adorna el centro de la una vez llamada…casa.
Como quisiera que entren aires de bienestar
por unas ventanas nuevas para la casa de mi abuela,
que tenga las paredes completas pintadas de alegría familiar,
un nuevo techo de satisfacción como bisabuela, abuela y madre,
muebles de esfuerzo de muchos años recompensados,
cocina con comida de pasión por la vida recién horneada,
acogedoras y frescas habitaciones con espacio en la cama para todos los suyos.
Retocar las paredes con pintura de aguado interés,
remendar los escombros con falsos techos,
o hasta limpiar y ordenar con las más sinceras intenciones,
y obviar la evidente realidad, son intentos altruistamente vanos.
Si recordar es vivir de nuevo,
alcemos las memorias de los bellos momentos,
saliendo de este estancamiento de borrosos recuerdos.
Quien una vez habló fuerte en esta casa
y supo siempre ver hacia el futuro,
vivirá la alegría que sus últimos días le privaron
al ver a todos los suyos, juntos en su Casa,
en el futuro que soñó.
Y así nosotros flores y arbustos de este jardín,
tendremos para nuestro deleite,
una verdadera casa,
y no un asilo de imposibles esperanzas.
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