La segunda de una larga familia y por ello hizo tanta influencia en todos y todas…
La de la sonrisa ligera…
La que hacía el mejor dulce de cajuil de toda la Montería…
La que demostró que el amor puede llegar a cualquier edad…
La que estaba atenta a las necesidades básicas de los y las demás…
La que nos enseñó que la vida puede cambiar totalmente y siempre uno se puede adaptar y re-iniciar…
La que estaba presente para cocinarle a cualquiera a cualquier hora…
La que acusaban de padecer de locura, pero encontró su felicidad a pesar de los juicios…
La que confirmó que cuando la vida, el mundo, la Gran ciudad te da todo, se debe aprovechar y “loco o loca” está quien se olvide de sus raíces, de su familia y verdaderas amistades…
La que prometió la Gran Manzana a su descendencia y cumplió, aunque desde su lecho…
La que no será olvidada…
La que todos y todas amamos…
La que permanece con nosotros y nosotras…
Esa es mi tía Andreína.
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